El mundo ha sido golpeado por la pandemia del Coronavirus, lo que cambió la realidad e impuso una serie de nuevos retos para la humanidad; entre ellos, el desarrollo de una vacuna que nos regrese mínimamente a una semi normalidad.
La carrera por desarrollar una vacuna exigió celeridad a los laboratorios e innovación en los métodos de producción. La vacuna contra el COVID-19 se considera como una de las medidas más efectivas para controlar la pandemia y disminuir su impacto en diversos ámbitos.
Voy a vacunarme
Según la OMS, las vacunas salvan cada año millones de vidas; dada que su función es adiestrar y preparar a las defensas naturales del organismo para detectar y luchar contra determinados virus y bacterias. De esta forma, si el cuerpo se ve posteriormente expuesto a estos microorganismos, estará preparado para destruirlos de inmediato, previniendo así la enfermedad.
Posturas como estas, lleva a que una parte de la población a nivel mundial, se halle esperanzada en retomar su vida una vez hayan sido inoculados. En el caso de Bolivia, puede que el sentimiento de esperanza se sustente en el anuncio de la adquisición de cinco millones de vacunas de AstraZeneca/Oxford por parte del gobierno del país.
El Vagón On-line de CIESMORI desplegado la segunda quincena de enero, revela que el 49% de los bolivianos entrevistados en el eje del país piensa vacunarse; siendo mayor el porcentaje de varones que optó por inmunizarse (57%).
Por su parte, son los pobladores de El Alto (61%) los que se inclinan más por la vacunación, frente al porcentaje registrado en Santa Cruz (38%).
No me vacunaré
Sea cual sea la razón, desde que se inventó la primera vacuna (Viruela – 1796), existen escépticos que se oponen a su uso.
La aparición del COVID-19 no hizo otra cosa más que diversificar las razones que mueven a los sectores antivacunas, mismas que van desde un miedo natural a lo nuevo, hasta la idea de un control de la población a través de la vacuna.
En el caso de Bolivia, el 52% de aquellos que dijeron a CIESMORI que no se vacunaría, sustentan su respuesta en el miedo o la idea de que la vacuna puede ser peligrosa; mientras que un 50% no se vacunará, porque no confía en la vacuna o su efectividad y 14% teme ser contralado a través de esta inoculación.
Aunque la autoridad máxima en salud (OMS) asegura que la vacunación es una forma segura y eficaz de prevenir enfermedades y salvar vidas, hoy más que nunca; han surgido contraposiciones que podrían impulsar o retrasar la lucha en contra del COVID-19. Todo dependerá del grado de conciencia de la población, pero sobre todo de la información que llega hasta ella para que tome una decisión adecuada.
Vacunarse o no vacunarse será un tema que más que seguro, dominará las charlas entre los bolivianos una vez lleguen de manera masiva las vacunas para la población.
*Participaron del Vagón On-line 1104 personas entre los 18 a 65 años a más en las ciudades capitales del eje troncal de Bolivia (La Paz, Cochabamba, Santa Cruz de la Sierra y El Alto), del 16 al 31 de enero del 2021.
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